La isla de Madeira, que da nombre al archipiélago homónimo, es uno de los espacios en la tierra con una mayor riqueza botánica, y en concreto, en diferentes tipologías de flores. La belleza y variedad de su entorno es objeto de estudios de numerosos expertos en la materia, que analizan y ayudan a conservar las especies endémicas de la zona.
Su situación geográfica, en la región de Macaronesia, sumada a su origen volcánico, que generó un territorio agreste en sus comienzos y muy fértil milenios después, ha supuesto que la isla se haya convertido en un reducto único de fauna y flora. La lucha incesante de la naturaleza de Madeira por abrirse paso, nos deja hoy un paisaje exuberante, verde, intenso, en el que algunas tipologías de vegetación, como la de laurisilva, se ha convertido en Patrimonio Mundial Natural de la UNESCO por su amplia representación en todo su conjunto. Esta categoría de bosques presenta una gran diversidad florística, destacando la orquídea autóctona o Goodyera macrophylla, que recibe popularmente el nombre de orquídea de Madeira.
La flor Ave del Paraíso o Estrelicia, originaria de Sudáfrica e introducida en Europa alrededor de 1770, es otra de las especies que llaman la atención en el entorno por su forma. Recibe su nombre en honor a Charlotte de Mecklembourg-Strelitz, esposa de George III de Inglaterra y se ha convertido en uno de los símbolos de Madeira. El clima ha favorecido su expansión, desplegando en las laderas de la isla colores tropicales y una bonita escenografía natural.
No es extraño, por tanto, que unas de las atracciones más visitadas de la isla sea el Jardín Botánico, antes jardín privado de la Quinta do Bom Sucesso, donde podremos ver de cerca hasta 2.000 especies, entre las que se encuentran las dos que hemos enumerado anteriormente, además de Dragos centenarios, diferentes palmeras o una amplia diversidad de cactus. Destacan también las impresionantes vistas aéreas desde esta zona.
En el Mercado dos Lavradores en Funchal, capital de la isla, podrás encontrar semillas para llevarte a casa algunas de las variedades e incluso ver los trajes típicos del archipiélago, que orgullosamente lucen algunas vendedoras. Una explosión de color y aromas muy agradable, que conquista a todo el que se pasa a pasear entre los puestos.
Por último, no podemos dejar de tener en cuenta al hablar del valor botánico de Madeira, uno de sus eventos más famosos: la Fiesta de la Flor. Un bonito homenaje a su patrimonio natural, que se celebra como no podía ser de otra manera en primavera, y que llena la capital de desfiles, carrozas y miles de fragancias.
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